Llegamos a la isla de Koh Rong recomendados por los Suc de Coco. Unos amigos que habían venido hace un par de añitos y que les había encantado. Nosotros no somos muy de playas, pero por las fotos que habíamos visto
en su blog, pensamos que la isla prometía, sin embargo, inocentes de
nosotros, sólo habíamos planificado estar 3 días.
Nada más llegar nos pusimos manos a la obra para buscar un alojamiento en el mismo pueblo donde te deja el ferry, que suerte que no es muy grande, porque andar por la arena fina cargado con las mochilas cuesta su esfuerzo. En la misma playa está lleno de guesthouses o un poco más alejados de lo que podríamos llamar "bullicio" hay varios bungalows. Cuando llegamos pareció que los alojamientos estaban bastante llenos y nos pedían más de lo que queríamos pagar.
Al final, encontramos uno, casi de casualidad, que estaba bastante bien. El Dina's Guesthouse, una pequeña casita de madera con muchos colorines que está justo encima de la playa, en primera línea de mar y que está prácticamente al final del pueblo. Está regentada por una familia muy simpática y sólo tienen 4 habitaciones. Aquí pagamos 10 dólares por noche en una habitación doble con mosquitera y baño compartido.
Dina's Guesthouse. La pequeña casa verde con la barandilla de colores. |
Vistas desde el balcón. |
En vistas a la tranquilidad que se respiraba en este pequeño pueblo isleño y a las vistas que teníamos desde nuestra nueva casa, decidimos agotar prácticamente todo nuestro visado en este lugar para hacer vacaciones de las "vacaciones", que también se agradece.
La verdad es que aquí no hicimos muchas actividades a parte de relajarnos y entretenernos mirando cómo transcurría la vida en el pueblo. Actividad por cierto, muy interesante.
La verdad es que aquí no hicimos muchas actividades a parte de relajarnos y entretenernos mirando cómo transcurría la vida en el pueblo. Actividad por cierto, muy interesante.
Vamos un poco atrasados con nuestros posts y quizá a estas alturas esta foto ya no toca, pero os ponemos en situación. Aquí era principios de febrero y en Cataluña estaba haciendo bastante frío, e incluso, alguna nevada. En su momento, amigos y familiares no paraban de enviarnos fotos de las nevadas de sus respectivos pueblos o de colgarlas en facebook. Así que decidimos hacer nuestro muñeco de arena particular para hacerles un poquito de envidia (aunque hay que decir, que quien me conoce, más bien la envidia me la hacían ellos pasando frío. No me interpretéis mal, en la playa se estaba muy bien, la isla espectacular y poder viajar no tiene precio... pero hacía calor!).
Desde el pueblo donde teníamos nuestra residencia en Koh Rong se podía hacer una caminata de unos 45 minutos, primero montaña arriba y luego montaña abajo para llegar a la Long Beach, una playa de unos 7km de largo de arena fina blanca y agua turquesa. La verdad es que vale la pena llegar hasta aquí. Si se quiere hacer el camino andando, recomendamos llevar calzado atado y no las típicas chanclas de playa, ya que hay un trozo con unas rocas donde te tienes que coger por unas cuerdas (no os preocupéis que no es necesario ser escalador para pasar).
Si da pereza hacer este paseo también se puede coger una barca que te lleva y te recoge, o bien, si se quiere hacer la ida a pie, cuando llegas a la playa te ofrecen hacer la vuelta en barca después de la puesta de sol.
Aunque el agua está muy limpia, hay que decir que es una lástima que lugares tan bonitos como este estén llenos de basura. Sin embargo, parece que empieza a haber gente un poco más concienciada por la zona y en estos días vimos varias personas recogiendo desechos de la playa, no sólo de la Long Beach, sino también en otras playas de la isla.
Uno de los muchos días que estuvimos en la isla decidimos hacer una excursión en barco organizada por 10 dólares cada uno. Incluía hacer snorkel, pescar, barbacoa, ir a la Long Beach a ver la puesta de sol e ir a ver el plancton luminoso por la noche. No sé si es porque el mar estaba un poco movidito o si es porque siempre es así, pero en nuestro caso no valió demasiado la pena ni hacer snorkel (no había casi peces en esa zona, eso si, nos reímos un rato haciéndonos fotos), tampoco pescamos nada y la barbacoa fue más bien un tentempié, pero pasamos un día divertido y entretenido conociendo otros viajeros. Lo que sí valió la pena y mucho, fue bañarse de noche para ver el plancton luminoso. Es impresionante. Como ver un cielo muy muy estrellado pero dentro del agua.
Y así es como decidimos quedarnos por aquí más de 15 días!
Antes de terminar este post, querríamos añadir que en los últimos años esta isla se ha ido haciendo más y más popular, y ahora mismo está experimentando un boom turístico considerable, que a su vez atrae a inversores extranjeros y el turismo de masas. Seguramente en muy poco tiempo, habrá perdido una gran parte del encanto que aún le queda.
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