Nuestra llegada a Myanmar fue un poco chocante, nos habían hablado tan bien del país, y sobre todo de su gente, que quedamos bastante impactados al llegar en aquella ciudad tan grande y sucia.
Yangon (hasta hace poco, conocida como Rangoon) fue la capital de Myanmar desde la época colonial hasta 2006, año en que la capital pasó a ser Naypyidaw. Sin embargo, Yangon sigue siendo la ciudad más grande del país con unos 5 o 6 millones de habitantes. El centro de la ciudad se caracteriza por una estructura de calles con manzanas muy alargadas. Mirado en un plano, ésta recuerda mucho a la estructura de las calles de Manhattan, en Nueva York.
Yangon (hasta hace poco, conocida como Rangoon) fue la capital de Myanmar desde la época colonial hasta 2006, año en que la capital pasó a ser Naypyidaw. Sin embargo, Yangon sigue siendo la ciudad más grande del país con unos 5 o 6 millones de habitantes. El centro de la ciudad se caracteriza por una estructura de calles con manzanas muy alargadas. Mirado en un plano, ésta recuerda mucho a la estructura de las calles de Manhattan, en Nueva York.
Nada más salir del aeropuerto de Yangon ya quedamos saturados por la insistencia y persecución de los taxistas, que no te dejan en paz ni un segundo. De hecho no hay ningún transporte público que llegue a la terminal del aeropuerto. Así que no queda más remedio que coger uno de esos taxistas pesados. Lo que muy poca gente sabe (y la "mafia de los timaturistas" ya procura que no se entere nadie), es que a 15 minutos de la terminal pasan los buses que te dejan en el centro por mucho menos dinero. Simplemente hay que salir de la terminal, caminar hacia la derecha y seguir la calle principal durante 1km, hasta que se cruza con otra gran avenida, una vez allí, se continua hacia la derecha por la misma acera, unos 200m más y se cruza al otro lado de la calle. Una vez allí, ya sólo hay que intentar que alguien te ayude a descubrir cuál es tu autobús (ya que los números también están escritos en su idioma). El trayecto de bus debe valer entre 100 y 200 Kyats para la gente local (a menudo es difícil saber cuánto pagan ellos). A nosotros nos cobraron el "precio de turistas" de 300 Kyats (unos 30 céntimos de euro). El bus que va al centro, dirección la Sule Pagoda, es el 51.
El bus no nos dejaba muy lejos de nuestro hotel, ya que vivíamos en el centro, cerca de la Sule Pagoda. De hecho, llamarlo hotel quizás es un poco exagerado. En nuestra habitación apenas cabía la cama, y el baño (supuestamente privado) se encontraba en el pasillo. Era una habitación muy vieja y cutre, sin ventana (pero esto más que un inconveniente, fue una ventaja por el tema de los mosquitos), eso sí, tenía aire acondicionado y una mini nevera. Pues bien, para este alojamiento, tenían el placer de cobrarnos 35 dolares americanos por noche, con desayuno incluido. Teniendo en cuenta el nivel de vida del país este precio es casi un robo. En ningún lugar de los que hemos estado en Tailandia hemos pagado tanto dinero por una habitación, y por supuesto, nunca habíamos tenido una habitación tan horrorosa.
Lo más interesante de ese "hotel", eran quizás las vistas en el interior de la manzana que se tenían desde "la escalera de emergencia". Era como viajar en el tiempo, seguramente las ciudades europeas deberían ser así hace cien años. Se podía ver por las ventanas la sencillez de la vida de aquella gente, y lo que más nos impactó, fue el patio propiamente dicho: en el suelo se acumulaba una capa de basura de altura incierta y creciendo día a día, donde corrían alegremente simpáticas ratas. Los bajantes de las tuberías de desagüe estaban mayoritariamente rotos, de tal forma que el ruido del agua sucia, cayendo de las tuberías rotas, sobre la basura acumulada en el suelo, hacía pensar que quizás estaba lloviendo. Eso si, debido a la abundancia de agua de desagüe que había en ese lugar, las fachadas de las casas disponían de una preciosa y exuberante vegetación, que crece directamente de las fachadas, nada de macetas ni historias.
Lo que es el resto de la ciudad, en pocas palabras lo tendremos listo: algún que otro vestigio de la arquitectura colonial.
Mercados, en este caso el mercado de Theingyi Zei con sus Telas.
Al lado de este mercado, mercados callejeros donde se venden frutas, verduras, carnes y todo tipo de productos.
El puerto fluvial.
Lo típico de estos países, unos quantos templos y pagodas. Como el templo de Sri Kali.
La céntrica Sule Pagoda, ubicada en medio de una transitada rotonda.
La Maha Wizara Pagoda.
El gran buda reclinado de la Chauki Htat Gyi Pagoda, de 65,85m de largo y situado en una construcción que nos recuerda más bien a un hangar.
La pequeña Sein Yaung Chi Pagoda, con su fachada hecha toda de espejitos, que le da un aspecto de lo más interesante. De hecho en Myanmar, nos hemos encontrado en diferentes ocasiones elementos constructivos alicatados con espejos, generalmente en columnas. Pero en este caso, toda la fachada y el tejado están cubiertas así.
Finalmente, la famosa Shwedagon Pagoda. La más famosa de la ciudad. El precio de la entrada, como siempre exagerado, es de 8000 Kyats (8 dolares). Además estaba en obras, con un andamio en la parte superior de la pagoda que, todo hay que decirlo, tampoco le quedaba tan mal.
La pagoda está situada en una colina, y como muchos otros templos en este país, se accede por unos largos pasillos cubiertos con todo de tiendas. A diferencia de Tailandia, donde sólo te descalzas para entrar en el templo, en Myanmar hay que descalzarse y quitarse los calcetines en todo el recinto del templo, incluidos los pasillos de acceso, independientemente de si está limpio o sucio el suelo.
La pagoda está situada en una colina, y como muchos otros templos en este país, se accede por unos largos pasillos cubiertos con todo de tiendas. A diferencia de Tailandia, donde sólo te descalzas para entrar en el templo, en Myanmar hay que descalzarse y quitarse los calcetines en todo el recinto del templo, incluidos los pasillos de acceso, independientemente de si está limpio o sucio el suelo.
De Yangon tomamos un tren hacia Bago y por primera vez desde que habíamos llegado, tuvimos la sensación de que estábamos pagando un precio coherente por lo que es el país. Para hacer un trayecto de unos 80km aprox. 0,50 euros en segunda clase, o aprox. 1 euro en primera clase. Así que por un día fuimos "de ricos" y elegimos primera clase.
De hecho fue una suerte que nos decidiéramos por los amplios asientos acolchados, en vez de los bancos de madera estrechos de la segunda clase, ya que el tren hacía unos saltos que te hacía levantar del asiento en determinados momentos. No entendemos como un tren puede hacer estos botes sin descarrilar.
Afortunadamente llegamos sanos y salvos a nuestro destino.
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