Para marchar de un lugar en autocar, generalmente anuncian que el trayecto comienza desde el centro de la población, o que por lo menos, hay un servicio gratuito de recogida desde el hotel, hasta el lugar de donde sale el autocar. Eso si, el final del trayecto suele ser en un lugar en medio de la nada, unos cuantos kilómetros antes de llegar al destino real.
Para ahorrarnos el habitual espectáculo con los taxistas, esta vez optamos por una variante un poco más cara: un microbús, que te recoge en tu hotel y te lleva directamente a la puerta de tu hotel de la ciudad de destino, en este caso Mandalay. Como ya estamos curados de espantos, les pedimos hasta 10 veces que nos confirmasen esto. Afortunadamente, esta vez, todo fue como estaba previsto. El único aspecto negativo del trayecto, fue que en el pequeño bus, todavía se notaban más los baches de la carretera, convirtiendo el camino de Bagan a Mandalay al estilo del tren de Yangon a Bago.
En esta ciudad hemos aprendido otra cosa nueva sobre los "timaturistas" birmanos: siempre se nos hacía creer que "el gobierno" no permitía que los extranjeros pudieran alquilar un vehículo sin conductor. Supuestamente para controlar los movimientos de los turistas y evitar que vayan a zonas "problemáticas". Pero al parecer no es así. Aquí en Mandalay, en casi cada esquina nos ofrecían alquilar una moto. A menudo, se juega a hacer creer a los turistas que el régimen no permite una cosa u otra, aunque en realidad, el país se encuentra ahora mismo en un lento proceso de transición democrática. Lo que pasa es que si alquilas una moto con conductor, puedes pedir más dinero, que si la alquilas sin.
Para reducir costes, buscamos a más gente para compartir el taxi. De hecho, resultó no ser un taxi, sino una camioneta Pick‑up, con una alfombra en el suelo de la zona de carga, donde podíamos sentarnos o estirarnos como se nos antojara. La verdad es que probablemente estuvimos más cómodos que si hubiéramos ido en taxi.
Para ahorrarnos el habitual espectáculo con los taxistas, esta vez optamos por una variante un poco más cara: un microbús, que te recoge en tu hotel y te lleva directamente a la puerta de tu hotel de la ciudad de destino, en este caso Mandalay. Como ya estamos curados de espantos, les pedimos hasta 10 veces que nos confirmasen esto. Afortunadamente, esta vez, todo fue como estaba previsto. El único aspecto negativo del trayecto, fue que en el pequeño bus, todavía se notaban más los baches de la carretera, convirtiendo el camino de Bagan a Mandalay al estilo del tren de Yangon a Bago.
En esta ciudad hemos aprendido otra cosa nueva sobre los "timaturistas" birmanos: siempre se nos hacía creer que "el gobierno" no permitía que los extranjeros pudieran alquilar un vehículo sin conductor. Supuestamente para controlar los movimientos de los turistas y evitar que vayan a zonas "problemáticas". Pero al parecer no es así. Aquí en Mandalay, en casi cada esquina nos ofrecían alquilar una moto. A menudo, se juega a hacer creer a los turistas que el régimen no permite una cosa u otra, aunque en realidad, el país se encuentra ahora mismo en un lento proceso de transición democrática. Lo que pasa es que si alquilas una moto con conductor, puedes pedir más dinero, que si la alquilas sin.
- MANDALAY - Un paseo rodeando el Palacio Real
No es broma, hemos gastado literalmente un día entero, al dar la vuelta a pie alrededor del Palacio Real. Ni siquiera entramos, sólo lo bordeamos, ya que dentro, mayoritariamente hay instalaciones militares de acceso restringido y una pequeña zona visitable por el módico precio de 10 dólares.
El Palacio Real de Mandalay se extiende en una superficie de unos 4 km², formando un cuadrado de 2 km de lado, rodeado de un enorme foso con agua. Así pues, simplemente bordearlo, conlleva un paseo de más de 8 km.
El Palacio Real de Mandalay se extiende en una superficie de unos 4 km², formando un cuadrado de 2 km de lado, rodeado de un enorme foso con agua. Así pues, simplemente bordearlo, conlleva un paseo de más de 8 km.
Tocando en el Palacio Real, se encuentra la Mandalay‑hill, una colina que se eleva unos 150 metros por encima de la ciudad, con la Su Taung Pyi Pagoda en lo alto, desde donde hay unas muy buenas vistas.
- INVA
Para reducir costes, buscamos a más gente para compartir el taxi. De hecho, resultó no ser un taxi, sino una camioneta Pick‑up, con una alfombra en el suelo de la zona de carga, donde podíamos sentarnos o estirarnos como se nos antojara. La verdad es que probablemente estuvimos más cómodos que si hubiéramos ido en taxi.
Inva se encuentra a unos 20 km al suroeste de Mandalay. Es un lugar muy tranquilo y rural, con algún templo esparcido por aquí y por allá. Nuestra pick‑up nos deja junto al río Myitnge desde donde debemos coger una barca para cruzarlo. En el otro lado, ya nos esperaba un rebaño de conductores de carruajes de caballos para llevarnos a ver las cuatro cosas que se deben ver aquí. Aunque los diferentes templos están algo alejados entre sí, este lugar es muy agradable para caminar, y en un par o tres de horas, se puede hacer tranquilamente.
- SAGAIN
Justo al lado de Inva, al otro lado del gran río Ayeyarwady, se encuentra Sagain. Uno de los centros budistas de Myanmar. Alrededor de las colinas de Sagain Hill, se agrupan más de 600 estupas y monasterios, así como un centenar de centros de meditación. Unos 6.000 monjes y monjas viven en este lugar.
- AMARAPURA - Puente U Bein
- Despedida de Myanmar
Como despedida de Myanmar, nos encontramos con una grata sorpresa. La aerolínea con la que volábamos hacia Bangkok, disponía de un servicio gratuito de bus desde el centro de Mandalay hasta el aeropuerto. De este modo, nuestro último recuerdo de Myanmar no seria un viaje en taxi. Pero, como el bus iba lleno, tuvimos que sentarnos en unas sillas plegables en medio del pasillo.