Rodeada de montañas, esta es la ciudad más grande del norte de Tailandia. Fue la capital del Reino de Lanna entre 1296 y 1768. En la actualidad se podría decir que es la capital tailandesa de los mochileros.
Para nosotros, ésta es ciudad de reencuentros, tanto con Xabi, que conocimos en Bangkok, como con Ricard y Verónica, a los que conocimos en Sukhothai.
Chiang Mai es mucho más pequeña y tranquila que Bangkok, pero muy orientada al turismo. Aún así, se soporta bastante bien. Tiene mercados y ferias prácticamente todos los días, como el mercado nocturno que hay a diario, el mercado del sábado o el mercado del domingo, todos ellos llenos de puestos y lugares donde poder comer.
En estos mercados se encuentra una gran variedad de comidas, donde cada parada está especializada en un tipo concreto de producto. A menudo se hace difícil escoger qué apetece, pero la idea es ir paseando hasta encontrar el puestecito donde hacen algo que apetece probar.
Ésta, de gusanos, grillos y otros bichos, también nos hizo gracia (a algunos más que a otros).
Aunque, donde Gemma más disfrutaba, era el pequeño restaurante que había al lado de nuestro Hotel.
Chiang Mai es ciudad de templos y estupas. La más significativa de las cuales, es la estupa del templo de Wat Chediluang Varaviharn, que fue construida entre los s. XIV y XV, con una altura de 82m. El año 1545, a causa de un terremoto, se desprendió la parte superior, quedando la altura reducida a unos 50m. Así es como se encuentra en la actualidad.
Wat Rajamontean
La estupa de Wat Saenfang
La estupa dorada de Wat Phan On
Los leones protectores de la entrada al templo de Wat Saen Muang Ma Luang
Wat Bupparami y sus dragones y serpientes en las entradas al templo
Wat Phra Singh Woramahaviharn y sus estatuas doradas
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